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La Folsom Street Fair, celebrada cada año en San Francisco, es mucho más que una feria: es un emblema de libertad, resistencia y expresión para la comunidad LGBTQ+, especialmente en el universo leather y BDSM. Desde su nacimiento en 1984, este evento ha sido un poderoso acto de visibilidad y afirmación de identidades sexuales disidentes, celebrando la diversidad en todas sus formas y desafiando los límites de lo socialmente aceptado.

Participar en Folsom es asistir a un ritual donde los cuerpos y las identidades se hacen visibles, se reivindican y reclaman su espacio con orgullo. Como fotógrafa queer, encontré en este lugar una oportunidad única para explorar, a través del retrato, las múltiples capas de la autenticidad humana. No se trataba solo de documentar una celebración, sino de capturar esos momentos en que la vulnerabilidad se convierte en fuerza, en que lo íntimo se transforma en una declaración política, y cada rostro revela una historia de lucha por el derecho a ser sin concesiones. En su esencia, la Folsom Street Fair es un microcosmos donde las normas de género se desdibujan, dando paso a nuevas formas de conexión, deseo y pertenencia. Es un espacio en el que lo personal se convierte en afirmación, donde cada expresión individual cobra fuerza como acto de resistencia y libertad.

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